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La verdad del hombre lobo

En medio de un vasto campo de imponentes girasoles, donde sus pétalos dorados bailaban con suave brisa bajo el cálido sol, habitaba un secreto. En lo profundo del corazón del campo, escondido del mundo, vivía un misterioso hombre lobo hero—a con pelaje tan oscuro como la medianoche y ojos que brillaban como lunas brillantes. Este hombre lobo, aunque temido por muchos, era de buen corazón y sabio, poseyendo un secreto que algún día demostraría el increíble poder de la verdad.

Un día, mientras el hombre lobo deambulaba por el campo de girasoles, admirando la belleza que lo rodeaba, una vista peculiar captó su mirada aguda. Un grupo de animales del bosque, liderados por un zorro travieso y un búho orgulloso, estaban reunidos alrededor de un gran roble, susurrando y lanzando miradas furtivas.

Intrigado por la repentina reunión, el hombre lobo se acercó, con sus pasos silenciosos sobre la tierra blanda. Los animales, sobresaltados por su presencia, se volvieron para enfrentarse a la majestuosa criatura, sus expresiones son una mezcla de sorpresa e inquietud.

— ¿Qué secretos se intercambian bajo este antiguo roble? preguntó el hombre lobo, con su voz profunda y resonante.

El zorro, con su pelaje rojizo brillando bajo la luz del sol moteada, dio un paso adelante, con una sonrisa astuta jugando con sus rasgos.

— Ah, querido hombre lobo, no estamos más que discutiendo un asunto de grave importancia, que puede alterar para siempre el equilibrio de nuestra comunidad forestal, respondió, con los ojos brillando de travesuras.

El búho, posado regiamente en una rama de arriba, ululaba de acuerdo, con la mirada penetrante fija en el hombre lobo.

— En efecto, se trata de un cierto tesoro escondido enterrado en lo profundo del corazón del campo de girasol, un tesoro que nos pertenece a todos, anunció el búho, con la voz llena de autoridad.

El hombre lobo, sintiendo engaño en el aire, estrechó sus ojos brillantes y habló con una determinación acerada.

— Dime, habitantes del bosque, ¿qué verdad hay en el centro de este llamado tesoro? Habla honestamente, porque el poder de la verdad supera con creces al del engaño y la falsedad, exigió, y su presencia exige respeto.

Los animales se desplazaron incómodamente y su fachada de confianza se desmoronó bajo la mirada inquebrantable del hombre lobo. El zorro, al darse cuenta de que el tiempo para los juegos había terminado, dio un paso atrás y reveló la verdadera naturaleza de su reunión secreta.

— Hemos ideado un plan para reclamar el tesoro por nosotros mismos engañando a nuestros semejantes, pero tu presencia nos ha demostrado el error de nuestros caminos. La verdad es que el tesoro no es riqueza material sino la armonía y la unidad de nuestra comunidad forestal, confesó el zorro, la humildad encadenando sus palabras.

El búho, con las plumas revueltas de vergüenza, asintió de acuerdo.

— El hombre lobo, con un corazón tan puro como la luna plateada, entendió la lección que se desarrolló ante él. El poder de la verdad, por muy oculto u oscurecido que fuera, siempre tuvo una manera de brillar brillantemente al final, iluminando incluso los rincones más oscuros del bosque con su luz inquebrantable.

A partir de ese día, los animales del bosque, guiados por la sabiduría del hombre lobo y la lección de verdad que impartía, vivieron en armonía y unidad, acariciando el vínculo que los unía como uno solo.

Y así, en el campo de los girasoles, donde el héroe de nuestra historia vagaba con gracia y dignidad, la verdad reinaba suprema, triunfante para siempre en los corazones de todos los que moraban dentro de su suave abrazo.

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