Volver a la lista
http://El%20Príncipe%20y%20el%20Misterioso%20Reloj%20de%20la%20Choza%20-%20Una%20historia%20de%20Koalia%20stories

El Príncipe y el Misterioso Reloj de la Choza

En el corazón de un bosque encantado, oculto por la espesura de los árboles y el misterio de los arcanos, se alzaba una pequeña choza. Sus paredes eran de madera rústica y su techo estaba cubierto de musgo y pequeñas flores que habían hecho del lugar su hogar. Un fino hilillo de humo ascendía danzando hacia el cielo desde una chimenea que parecía más bien un nido de cuentos y leyendas.

El príncipe del reino cercano, cuyo nombre era abrazado por un secreto, a menudo se aventuraba más allá de los límites de su palacio, buscando historias que superaran las que había leído en los antiguos libros de la biblioteca real. Curioso y valiente, no había rincón en los bosques o secretos en los valles que su mirada no anhelara descubrir.

—¡Qué extraño lugar para encontrar en medio de la nada! —exclamó el príncipe al enfocar sus ojos en la puerta de la choza, adornada con runas antiguas que susurraban historias de tiempos olvidados.

Decidido a desentrañar el misterio, el príncipe se aproximó a la puerta y antes de que pudiera tocar la aldaba, esta se abrió de par en par como si lo esperara. Una calidez invitante lo envolvió, guiándolo hacia el interior, donde la luz era tenue y el aire estaba impregnado del aroma de la madera y las hierbas del bosque.

El príncipe no tardó en notar, colgando del techo, un objeto que capturó toda su atención. Era un reloj, mas no uno común. Este era grandioso, tallado en madera de ébano, con manecillas doradas que giraban con una precisión tan perfecta que cada tic-tac parecía recitar las sílabas del tiempo. Engarzado con piedras preciosas, el reloj poseía inscripciones indescifrables que brillaban con una luz propia.

De repente, un suave maullido rompió el silencio. El intrépido príncipe se giró y sus ojos se encontraron con los de una criatura que nunca antes había visto. Se trataba de un gato, pero no de cualquier gato. Su pelaje relucía con tonalidades que cambiaban como las hojas en otoño y sus ojos eran dos esmeraldas vivas que parecían contener la sabiduría de las eras. Llevaba alrededor del cuello un colgante que parecía una llave antigua, susurrando misterio y aventura.

—Saludos, noble viajero —dijo el gato con una voz que parecía una conexión directa con los cuentos de antaño—. ¿Qué te trae a la morada del tiempo?

El príncipe, asombrado ante el gato parlante, se inclinó con respeto antes de responder:

—Vengo en busca de aventuras y secretos. Este bosque guarda muchos, y mi corazón no descansará hasta desvelar cada uno de ellos.

El gato miró al reloj con un brillo de entendimiento en sus ojos verdes y luego volvió su enigmática mirada hacia el joven príncipe.

—Si lo que buscas son secretos y enigmas, entonces el reloj de la condenada choza te concede lo que ansías. Pero ten en cuenta que el tiempo es un hilo frágil, y jugar con él puede llevar a destinos inciertos —maulló el gato, moviendo su cola como si pintara el aire con pinceladas de advertencia.

El príncipe, cuyo corazón latía al ritmo de posibles aventuras, preguntó impulsivamente:

—¿Qué debo hacer para embarcarme en esa aventura?

El gato saltó ligero como una pluma y se posó junto al reloj, tocando una de las piedras preciosas con su pata.

—El reloj se pondrá en marcha cuando la llave del tiempo gire en su cerradura. ¿Ves este colgante que llevo? Es la llave que dará comienzo a tu periplo.

Sin más, el gato desprendió la llave de su cuello y la dejó caer en las manos del príncipe.

—Pero recuerda —agregó con solemnidad—, cada aventura tiene su precio y su final. Asegúrate de que el reloj no complete su ciclo, o quedarás atrapado en el laberinto del tiempo por toda la eternidad.

El príncipe, armado con valor y sed de conocimiento, asintió. Insertó la llave en la cerradura y la giró suavemente. Un sonido mecánico se alzó por toda la choza, y el tiempo pareció detenerse un instante antes de que una luz cegadora envolviera todo.

Cuando el príncipe recobró la vista, se encontraba en el mismo lugar, pero notó que algo había cambiado. La choza se había transformado en un majestuoso salón, y ante él, se desplegó una serie de puertas de aspecto mágico. Cada puerta tenía una inscripción que relataba destinos y épocas diferentes. El reloj ahora mostraba una cuenta regresiva, y cada tic-tac resonaba como una campanada anunciando la urgencia.

—Elige sabiamente tu destino, y no olvides que debes volver antes de que el tiempo se agote —dijo el gato, ahora como una sombra que se desvanecía con cada palabra pronunciada.

El príncipe de corazón intrépido eligió una puerta que prometía aventuras en un reino de dragones y hechizos. Al cruzarla, se encontró con desafíos que exigían astucia y valentía, enfrentó criaturas de escamas iridiscentes cuyos rugidos resonaban como truenos, y ayudó a rescatar la música del viento que había sido robada por un gnomo travieso.

Con cada aventura, el príncipe crecía en sabiduría y coraje, pero cada logro traía consigo la recordación implacable del gato y su advertencia. En todo momento, la imagen del reloj permanecía en su mente, y sentía el peso inminente del tiempo que se desvanecía como arena entre los dedos.

De repente, en plena victoria tras haber liberado el último copo de nieve aprisionado en una esfera de cristal, el príncipe recordó las palabras del gato. Se percató de que el tiempo, su más valioso tesoro y su más grande enemigo, estaba a punto de expirar.

El príncipe corrió a través del salón de puertas, ahora con un conocimiento que se había ganado a través de la experiencia y el ingenio. Encontró la entrada hacia la choza y, con el corazón latiendo a un ritmo frenético, giró la llave en sentido inverso justo antes de que el último grano de tiempo se derramara en el vacío.

El mundo giró y viró a su alrededor, y el príncipe se halló de nuevo ante la humilde presencia de la choza, el reloj regresaba a su forma inicial, y el gato lo miraba con un rictus que rozaba una sonrisa felina.

—Has demostrado ser digno de los misterios del tiempo, y has regresado para contarlo. Ahora, vuelve a tu mundo con las historias y las lecciones que has recogido entre los segundos y las horas —musitó el gato, con un guiño de su ojo esmeralda.

El príncipe anhelaba preguntar al gato sobre mil secretos más, pero también sabía que su aventura en la choza del tiempo tenía un propósito mayor. Toda la experiencia había sido un regalo y una prueba.

Con una reverencia llena de gratitud, el príncipe se despidió del gato y abandonó la choza, llevándose consigo no solo las aventuras que vivió, sino la sabiduría de saber que en cada segundo de vida hay un mundo de posibilidades esperando a ser descubiert

Compartir

Deja un comentario

17 − 6 =