Volver a la lista
http://El%20misterioso%20baile%20del%20puente%20y%20el%20robot%20-%20Una%20historia%20de%20Koalia%20stories

El misterioso baile del puente y el robot

En el corazón de una ciudad llena de colores y música vivía una joven bailarina llamada Valeria. Valeria no era una bailarina común, pues ella bailaba sobre los tejados y puentes de la ciudad, donde el viento y las estrellas eran sus eternos espectadores. Pero había un puente, el puente de Lúmina, que guardaba un secreto que ni la luna conocía.

Una noche, mientras la ciudad dormía y solo el murmullo del río rompía el silencio, Valeria decidió cruzar el puente de Lúmina bailando, con sus zapatillas de punta tan ligeras como el susurro del viento. Sin embargo, a mitad del puente, una luz tenue y azulada iluminó su camino. Ante ella apareció un robot, diferente a cualquiera que hubiera visto antes. Su cuerpo era de plata brillante, y sus ojos, dos esmeraldas que parpadeaban con curiosidad.

—¿Quién eres? —preguntó maravillada Valeria, mientras dejaba de bailar.

—Me llamo Aelos —respondió el robot con una voz suave que parecía música—. He estado observándote desde las sombras. Tu baile es el más hermoso que jamás haya procesado.

—Gracias —dijo Valeria, sonrojándose—. Pero, ¿qué haces aquí, en medio de la noche, sobre el puente de Lúmina?

—Estoy buscando algo muy especial —contestó Aelos, mirando hacia el río—. Una pintura perdida hace siglos, que se dice contiene la esencia de la verdadera alegría.

Valeria, con la curiosidad brillando en sus ojos, se acercó más al robot.

—¿Una pintura? —repitió—. Pero, ¿cómo puede una pintura estar aquí, en este puente?

—Leyendas antiguas mencionan que el creador de la pintura, un artista de corazón puro, quería esconder su obra más preciada donde solo el reflejo de la luna y las estrellas pudieran admirarla. Y eligió este puente, el puente de Lúmina, por su magia oculta.

La intriga y el asombro hicieron que Valeria sintiera un cosquilleo de aventura.

—¿Y cómo podemos encontrarla? —preguntó emocionada.

—Solo bailando bajo la luz de la luna llena, siguiendo sus reflejos, podemos descubrirla —dijo Aelos, extendiendo su mano metálica hacia ella.

Valeria, con una sonrisa, tomó la mano de Aelos y juntos comenzaron a bailar sobre el puente. La bailarina y el robot giraban y saltaban al ritmo del viento, creando una danza que ningún ojo humano había presenciado. A medida que bailaban, los reflejos de la luna en el río comenzaron a brillar más fuerte, guiándolos hacia un punto exacto en el centro del puente.

Allí, entre las viejas piedras, descubrieron una pequeña cavidad oculta por musgos y enredaderas. Aelos, con delicadeza, retiró la vegetación, revelando una pequeña pintura protegida por un vidrio antiguo. La pintura era una escena nocturna del mismo puente sobre el que estaban, pero en ella, bailaban una chica y un robot bajo la luz de la luna.

—Es nosotros —dijo Valeria, sin poder creerlo—. ¡Pero esto es imposible!

—Quizás —respondió Aelos, admirando la pintura—, el artista vio el futuro. O quizás, nosotros somos simplemente otra repetición de un evento mágico atemporal.

Valeria, tocada por la belleza de la pintura y la magia del momento, sintió una felicidad pura llenando su corazón.

—Esta pintura, ¿es la esencia de la verdadera alegría de la que hablabas? —preguntó ella, con una lágrima rodando por su mejilla.

—Sí, Valeria. La verdadera alegría se encuentra en los momentos compartidos, en la belleza de la creación y en la magia de los sueños. Y esta noche, nosotros hemos creado un momento de pura alegría.

Valeria, mirando a Aelos, supo que esta aventura quedaría grabada en su corazón para siempre. El robot había sido su compañero inesperado en una búsqueda misteriosa que los llevó a descubrir la esencia de la alegría.

—Gracias, Aelos —dijo ella, con una sonrisa cálida—. Esta noche será siempre uno de mis bailes favoritos.

—Y para mí —respondió Aelos, con un brillo en sus ojos de esmeralda—, será un recuerdo de lo maravilloso que puede ser el mundo cuando encontramos alegría en el compartir y crear juntos.

Aelos y Valeria devolvieron la pintura a su escondite secreto, sabiendo que su magia estaba destinada a ser descubierta por aquellos que, como ellos, se atrevían a bailar bajo la luz de la luna en busca de verdadera alegría.

Después de esa noche, Valeria siguió bailando por los tejados y puentes de la ciudad, pero siempre recordaba el baile con Aelos en el puente de Lúmina como el momento en que descubrió la esencia de la alegría.

Compartir

Deja un comentario

12 + veinte =